No logramos ponernos de acuerdo sobre West, y cuando le confesamos que Kanye es el "Godard de la música para nuestra generación", se descojona y agita el puño. Schoenaerts encaja a la perfección en ese universo de gánsteres con corazón, de tipos duros con cerebro, que viene encarnando junto a su compatriota Michaël R. Roskam o Jacques Audiard. El típico chico que se mete en líos, calza músculos y luego, encima, saca notaza en matemáticas. «¡Le partiría la cara! «¡Poned lo de Kanye, eh!» nos repite entre risas al tiempo que nos invita a seguir con la charla en el balcón. Desde allí, el Kursaal se impone como un hormiguero plagado de periodistas. A su lado, se extiende la cinematográfica playa de la Zurriola. «Acabo de llegar, pero creo que es una gran ciudad para hacer un grafiti. Para mí, los grafitis son una forma de meditación. Ya no lo hago tanto, pero de vez en cuando sí que me voy un par de días por la ciudad y pinto un muro. Me ayuda a huir del ambiente excesivo de los platós. Me gusta estar a solas con un muro, vivir la sencillez de la materia. Eso me tranquiliza. En España es algo que está muy vivo en Barcelona, Madrid o Granada. Aunque lo que me apasiona ahora mismo es el grafiti en África, donde es un arte totalmente joven, que me es desconocido». Entre cafés, risas y cigarros, se nos va el santo al cielo hablando de sus escapadas por España («le tengo mucho cariño a Almería, estuve varias veces de vacaciones con la que era entonces mi novia») o su primera experiencia en Hollywood («está todo mucho más controlado y planificado, pero, igualmente, al contar con Roskam a los mandos, tuvimos mucha libertad»). El pequeño gesto de protesta de Schoenaerts cuando llaman a la puerta para poner punto y final a nuestra conversación parece sincera y nos emplaza al próximo café. A ver en qué festival volvemos a encontranos. Eso está hecho. Pero antes de irnos, no podemos dejar de preguntarle por Gandolfini. «Gandolfini era un tipo totalmente entregado por lo que hacía, no lo digo porque haya desaparecido, realmente te emocionaba ver a alguien con tal dedicación cuando actúa, fue tremendo. Todo en él era muy emotivo».